lunes, 1 de marzo de 2010

Taz'dingo

Recuerdo aquellos tiempos en los que él único formato en el que podías conseguir un libro, era en papel, recuerdo también los precios, especialmente abusivos para un chaval de 14 años como era yo cuando comencé a devorar libros...

Tenía yo una sana costumbre para elegir que libro venía conmigo a casa y cual debería esperar a la siguiente visita a la librería.

El método constaba de 2 simples pasos, el primera paso consistía en abrir el libro por una página al azar (una vez superada la mitad de las páginas del libro siempre) y leer hasta que acabase el capítulo en el que se encontraba dicha página; el segundo paso era más simple, consistía solamente en buscar la última página de la trama y leer el final.

Yo solía decirme a mi mismo que con estos dos pasos aseguraba, por un lado, que me gustaba el estilo narrativo del libro del mismo modo que aseguraba que la trama mantenía las esperanzas que transmitía el clásico resumen que todos los libros llevan en la contra portada, y por otro lado, me aseguraba de que el autor era lo suficientemente bueno para reservarse una cita épica para terminar el libro...

Ayer, después de casi 2 años, volví a hacerlo, y tal y como esperaba, no me decepcionó lo que leí.

Cariño-repuso Valentina- ¿No acaba de decirnos que la sabiduría humana se encierra toda ella en estas dos palabras?: Confiar y esperar
-Alejandro Dumas

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