domingo, 17 de diciembre de 2017

Mi primera evaluación

Pasan los años, se cambian las tornas, y hoy, tanto tiempo después, creo que cruzan mi cabeza exactamente los mismos pensamientos que rondaron las de mis profesores.

¿Qué espera esta gente de la vida?

Me la he preguntado dentro del aula, cuando estaba de pié frente a ellos, intentando que comprendiesen que escucharme y apuntar no era baladí.

Me la he preguntado mirando sus pruebas escritas, mientras trataba de rascar puntos donde no los había, esperando que sus 1'5 pudiese, por obra y gracia del Espíritu Santo o Baphomet se pudiesen convertir, no ya en cinco, sino en un 3 que me sirviera para hacerles media...

Y me la pregunto ahora, entre café y café, confiando en que por obra y gracia de la cafeína, ese tres, haciendo media con otro 3, y con un 0 en comportamiento, pueda resultar un cinco.

Otro café... este que sea bombón, a ver si lo dulce ayuda a la magia.... debería pedirlo con anca de rana y ojo de tritón...

Viven en una burbuja.

Viven en un búnker llamado educación. En casa, el apocalipsis se desata a diario en más de un hogar que otro. Pero ellos están en un búnker. Un búnker en el que si no apruebas la recuperación, se hace otra recuperación, y luego otra, y otra...

La vida no tiene recuperaciones, el perdón de los pecados no devuelve el tiempo perdido.


martes, 23 de mayo de 2017

La Lola (I)

Se llamaba Lola y, sin duda alguna, tenía una historia... había de tenerla, pues todo el mundo tiene, cuando menos, una.

Yo la conocí en un instante, y poco después, prometí que contaría su historia... pero aquí, en este espacio de íntima confianza que da el lenguaje escrito, me veo forzado a reconocer que la desconozco por completo, y en lo que se refiere a Lola, más allá de su nombre, tomado prestado en el aire que salía de la boca de sus compañeras de trabajo, sus ojos marrones y su coqueta sonrisa, no la conozco más que cualquiera de vosotros. Quizás es por eso, por el desconocimiento, creo que la podría llegar a amar.

No obstante, siendo deuda lo prometido, y siendo yo hijo de muy honrado linaje, me dispongo a contaros su historia, avisando desde ahora, que todo cuanto escriba, tendrá tanto de real como un amor adolescente.

No cabe duda de que Lola, con sus recién cumplidos veinticinco años, hubo de tener veinticuatro el año pasado, y veintitrés el anterior, lo que inexorablemente nos lleva a no dudar de que en algún momento, Lola tuvo una infancia, como todos, con sus altos y sus bajos, sus peleas, sus amores, y en fin, con todo aquello que más temprano que tarde acabó modelando a la pequeña Lola que un día se convirtió en una pequeña adolescente.

Hago un pequeño paréntesis para avisar al lector que para su desgracia nunca haya tenido el placer de ver a Lola, que ella dificilmente fue, es o será, desde un punto de vista físico, una chica grande, por muy gran chica que pueda llegar a ser, por lo que desde ahora asumiremos que Lola ha sido, es, y será, pequeña y grande, en tamaño y valía respectivamente.

Habiéndonos ahorrado la infancia de nuestra protagonista, ya debería ir sospechando el buen lector que su pubertad va a caber en aún menos lineas.

La pubertad es para todos, y no menos para ella, poco más que un desajuste hormonal en el que, el que más y el que menos, se vuelve rematadamente idiota. Esto es lo único que aprendemos de ella, y luego, durante el resto de nuestras vidas, bebemos de esa fuente para volvernos completamente idiotas en cada nuevo amor hasta que un buen día nos sobreviene la muerte... y su pubertad debió estar plaga de esos amores eternos de unos días o semanas, y además de su primer amor... ¿qué habrá sido del primer amor de Lola?

jueves, 27 de abril de 2017

viernes, 22 de abril de 2016

cuestión de altura

El Tao que se puede expresar con palabras, no es el verdadero Tao.

Así comenzaba Lao Tse su "Tao te Ching" en una frase que dificilmente podría ser traducida a la cultura occidental, salvo por aquel mítico "los árboles no te dejan ver el bosque"

Y es que los árboles son bellos, pero las reflexiones estéticas en las que el hombre gustaría de refugiarse por los evos eternos, no pueden ocupar el papel que se les desea en una humanidad que aún necesita persistir para mejorar, para depurarse. Una humanidad que puede emplear todo su tiempo en observar los árboles es una humanidad perfecta que está lejos de alcanzarse. Por más que me pese, los árboles estorban, al menos hoy.

Pero en el mundo intelectual, y sobretodo en el mundo político hay, quizás demasiados amantes de los árboles, muchos más que en el mundo natural, donde realmente no hay suficientes. Afianzados en sus tribunas alaban y condenan a olmos y pinos, pensando quizás que es a todo cuanto se puede aspirar.

Mi aventura en Suiza se acaba pronto. Tempus fugit decía el poeta, pero le pese a quien le pese, y aunque si duda alguna 2000 kilometros no son suficientes, la perspectiva es mucho mayor, y el horizonte, por completo inconmensurable hasta tal punto, que el hombre honesto aprende a renunciar a controlarlo, pero hay pocos hombres honestos, como diría Tolkien: "Son tiempos oscuros los que nos han tocado vivir"

Dudo que vuelva a escribir antes de salir de esta isla centro europea, así que quizás valga la pena despedirse, al menos en parte, de la aventura, pues lo conocido ya nunca es aventura, pues la aventura no es realidad, pues la realidad no es fantastica, y si algo es la aventura es fantasía.

Me marcho de este lugar con la pena de volver al mundo de los botánicos políticos y la alegría de volver a una tierra de posibles, a una tierra en expansión, a una tierra de futuros que por suerte aprendió algo de las grandes américas al tiempo que las aplastaba.

América es el futuro, América del sur, no del norte, el norte es pasado, el norte es Europa y como decía Gasset, Europa es vieja.

jueves, 21 de abril de 2016

Marcharse

Me guardaré una carta helvética para cuando, ya de vuelta en España, haya tenido tiempo para analizar con perspectiva los que ahora es humo, pero esta, esta toca hoy.

Marcharse nunca es marcharse. Marcharse es siempre un "ir a otro sitio" por lo que marcharse no es ni mucho menos tan dificil como irse, el problema es a donde irse, por qué motivo y en que circunstancias.

Marcharse de Suiza es fácil, tan fácil como llegar, y no menos dificil que hacerlo, al fin y al cabo no hay más que montarse en un avión y firmar unos cuantos papeles (tantos como firmaste al venir, pero sin esperar confirmación).

El problema no es Suiza, el problema es la gente. Nunca he vivido en Liberia, pero tengo la sensación de que cuando alguien deja Liberia, el sentimiento popular es parecido al de un velatorio, un extraño "ya no está con nosotros, se ha ido a un lugar mejor" que ayuda (en tanto como puede) a mitigar el peso de la marcha.

El problema es que Suiza no es Liberia, sino algo que recuerda a todo cuanto un día fue Europa, y Europa es, cada día, un poco más Liberia. No se ofendan los Liberianos, toda tierra es sagrada, pero no todas las ha consagrado la misma gracia.

Cómo ya he dicho, el problema es el que es, y la gente nunca entenderá "por qué" te marchas,

viernes, 22 de agosto de 2014

Volver

A las noches sin dormir,
a la frialdad de la cama vacía,
al amargor de ese cigarro ya olvidado, volver.

Volver al dulzor de ese largo trago  helado,
a quemarme al sol de medio día,
y a los libros sin abrir, volver.

Volver al volver... volver a correr,
Volver a correr por correr...
A Correr al volver.