jueves, 30 de septiembre de 2010

Sueños hechos de papel

Aquella extraña habitación le daba la bienvenida una noche más. Muchas eran las almas que en ella habían dormido, pocas las que en ella habían soñado y solo él encontraba en aquellas paredes el rastro al mismo tiempo, de su pasado y lo que creía era su destino.

En ocasiones al despertar subía la persiana y desde la cama hacía recuento de su vida en aquellas paredes. Mirándolas volvía a recorrer las calles de aquellas ciudades, veía el Sol morir ahogado en la milenaria Gades, paseaba meditabundo por las sombrías calles de Córdoba, sonreía en aquellos vagones repletos de gente triste a cientos de metros bajo la tierra o encendía un cigarro a la luz de aquellas farolas que acompañan a los jóvenes enamorados en aquel viejo paseo al que los tristes han dado nombre.

La idea de poder apreciar en un solo vistazo todas las calles que habían desgastado la suela de sus zapatos le sobrecogía y acariciaba, tan solo lamentaba no tener unas paredes mayores, hacía tiempo que había puesto mapas sobre las ventanas, y ahora incluso planteaba a su mente la posibilidad de plastificar el suelo.

Ella despertó, y lo encontró perdido en aquel mapa de Santander.

-¿Has estado en todos esos lugares?- preguntó la joven
-Si, en todos esos y en algunos más.
-¿Y que piensas cuando los miras? Debe ser maravilloso haber pisado tantos suelos distintos.
-¿Si? Yo solo pienso en buscar una habitación más grande.


Pd: hasta dentro de un par de semanas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado. Hacía mucho que no comentaba aquí, así que escribo este comentario para recordarte que me gusta tu blog. :)
Saludos.

teologiadeS dijo...

A veces estamos tan acostumbrados a ciertas cosas que no nos damos cuenta de la belleza que tienen las cosas de nuestro alrededor.

Un saludo