martes, 7 de diciembre de 2010

Keep away

La noche cayó hace horas. Conduzco de vuelta a casa a través de la tormenta que impetuosamente trata de agitarme como agita la vegetación cercana. Enciendo un cigarrillo y entre el humo de las primeras caladas observo el reloj, marca las doce, durante el transcurso de aquellas primeras caladas había muerto un día y otro había nacido.--El humo que mata también da la vida--Digo en voz alta para mí mismo, único habitante de aquel vehículo.

A lo lejos el cielo se ilumina una y otra vez al caer de los rayos, mientras, pienso en aquel último abrazo que me dio. Mirando al infinito recuerdo como fue nuestro primer abrazo, y mi cabeza se pierde en un amasijo de ideas enmarañadas que acaban por perfilar una pregunta sobre recuerdos: recuerdos olvidados, recuerdos vivos, y sobre aquellas cosas que nunca llegué a recordar, sobre esos recuerdos que nunca llegaron a nacer.

Expulso otra bocanada de humo mientras todo toma forma. Revivo mentalmente cada momento que he vivido, y me pregunto el porqué de los recuerdos caprichosos, un nuevo resplandor parece insinuarme que no debería pensar mientras conduzco y decido parar el coche en una playa cercana.

El inconfundible sabor del tabaco mojado, castigo del fumador descuidado, premio para el adicto bohemio, inunda mis pulmones... ¿Habré vivido solo aquellos momentos que recuerdo? ¿Existieron realmente los momentos que soy incapaz de recordar?

Un fuerte trueno me saca de mis cavilaciones, es hora de volver a casa.

Pd: y si contra toda evidencia, decido admitir que he vivido esos momentos que nunca existieron, ¿Porqué no los recuerdo? ¿Porque recuerdo con tanta claridad aquel abrazo y no otros?

Pd2: Haciendo una de mis 5 visitas semanales a Nilibreniocupado, el blog del taxidermista, encuentro unas palabras que no puedo más que citar:

[...]Y también conviene leer mucho y saber que aún te queda mucho por leer (si no tienes maestros, estás jodido). Y escuchar y sentir canciones (es importante el sonido que esconden las palabras). Y vivir con la intensidad que merece la vida. Y creer, cual mantra, que toda cerveza será la penúltima (y el mejor amor, el siguiente). Y dudar.Y echarle huevos. Y cagarte en algo (lo que sea). Y haber ganado y haber perdido lo que más te importe unas cuantas veces[...]

1 comentario:

teologiadeS dijo...

Creo que la pregunta que realizas solo puede contestarse con otra pregunta

¿Porqué siempre recordamos los malos momentos antes que los buenos, o hacemos aniversarios de sucesos negativos antes que de positivos?

Supongo que siempre guardamos con más amor un buen momento.