domingo, 12 de diciembre de 2010

Mi psicoterapeuta y yo

"Alojábame" en el albergue juvenil de Loredo (Cantabria) cuando, sin esperarlo, encontré una nueva compañera de habitación, era ella una mujer entrada en años, su apariencia hacía imposible que hubiese visto menos de 50 agostos y su formación hacía, a mi entender, aumentar aquella cifra.

Decía ser matemática, bióloga, psicóloga y había rematado su curriculum con masters y seminarios sobre psicoterapia, en la actualidad, era esta su ocupación laboral, especialista en sexología decía ser, su nombre: Margarita.

Siempre tuve curiosidad por ser analizado por uno de estos "agentes del sistema sanitario" tan relamente reconocidos, y en esta ocasión, tras los días que llevaba tratando de ordenar mis pensamientos, esto era sin duda lo último que deseaba... pero al igual que un buen médico se preocupa más de curar al enfermo que no pide auxilio que de curar a aquel que tiene fuerzas sobradas para gritar, así Margarita asaltó mi mente sin previo aviso.

Se lanzó sobre mí mientras terminaba de leer "La dama de las camelias", acertadamente, esperó al momento en el que alcanzaba a leer la última carta de Margarita Gautier a Armando, y cuando menos lo esperaba, una avalancha de preguntas cayó sobre mí. Yo, que siempre me he sentido orgulloso de ser el clásico personaje que pese a parecer contarlo todo, nunca cuenta nada, ese clásico personaje cuya vida es más misterio que realidad, a veces, incluso para él mismo, me sentí cuando menos indefenso y defraudado.

Desconozco si aquella mujer había tenido tiempo para estudiarme durante los últimos 23 años de mi vida, pero sin duda parecía conocer más de ellos que yo mismo, a cada respuesta mía, una réplica interrogativa hacía girar las tornas a su favor, tan solo una cosa pudo salvar mi núcleo, tan solo una cosa pudo impedir que penetrase totalmente en mi mente, que desarmado y cautivo, mis pensamientos fueran vendidos como esclavos a cualquier fábrica de microchips coreana, fué, sin duda alguna, mi capacidad para mentir, mi capacidad para mentirme a mi mismo.

No son pocos los años que llevo mintiendo, miento, si no mal recuerdo, desde que tengo capacidad para transmitir mis pensamientos a otros seres, y por suerte, me he convertido en un gran maestro, hasta tal punto de que, si bien es cierto que fantaseo y bromeo sobre mis personalidades múltiples (que en realidad, y aunque me duela, no son más que estados de ánimo) no deja por ello de ser verdad que mi mente vive divida en al menos 2 porciones, una, totalmente consciente del mundo real y otra, que lo ha trasformado a base de mentiras, hasta el punto de estar completamente segura de que el mundo real es tal y como ella lo imagina. Quizás no sea cierto pues decir que miento bien, pues no se puede decir que esta mitad de mi ser mienta, pues esta, como ya he dicho, totalmente convencida de decir la verdad... pobre de ella.

Así pues, debo decir varias cosas:
En primer lugar, que la experiencia, que yo confiaba y esperaba fuese un combate entre iguales del que yo podría salir con la cabeza alta al demostrar que mi pensamiento era, cuando menos, demasiado fuerte para ser abarcado por el titiritero, fué una completa derrota en la que tan solo me pudo salvar de el exterminio, mi propia "credulidad".

En segundo lugar debo decir que, pese a todo, me he prometido a mi mismo aprender de dicha experiencia, que voy a estudiar todos los puntos débiles, y ver, otro día, que tal marchan las cosas.

En último lugar debo decir que, por más herido que haya quedado mi orgullo, acertó en todo lo que pudo acertar, pese a que desconocía gran parte de la información y yo había no solo suprimido sino adulterado otra gran parte de ella, lo que me ha hecho pensar, más allá de en la forma de tapar dichos fallos, en la forma de solucionar todos esos problemas que tengo, que pensaba solo existían en mi mente y que sin embargo, cualquier desconocida es capaz de desentrañar.


¡Un saludo desde Santander, llevo regalos en forma de vídeos para todos!

pero tendréis que esperar hasta el día 19 para verlos...

3 comentarios:

teologiadeS dijo...

Los profesionales de esta habilidad son profesionales en su profesión porque tiene sextos sentidos para ello. Un psicólogo debe analizar a la persona desde que entra hasta que sale y desde que mira hasta que se despide.

Además se actúa cuando uno más lo necesita. Me parece que ser temidos es nuestra debilidad.

Un saludo y muy interesante.

Ana Lógica dijo...

Máaandamela pacá!

Irene Bebop dijo...

Tal vez no sea cuestión de tener una mente no lo suficientemente fuerte, sino de haberte topado con una Maga.

Regalos-vídeos :O