domingo, 6 de febrero de 2011

La conciencia intelectual

La conciencia intelectual
-Gaya Ciencia; F. Nietzche

Cuantas veces repito el experimento, me sublevo contra sus resultados; no quiero rendirme a la evidencia: la mayoría de los hombres carecen de conciencia intelectual. A veces he pensado que con las reivindicaciones de esa conciencia se siente uno solitario, cual si se hallara en un desierto, aunque esté en las ciudades más populosas.
Todos te miran con ojos de extraño y cada uno sigue manejando su balanza y llamando a tal cosa buena y a tal otra mala; nadie se avergüenza cuando das a entender que las pesas de que se sirven no son cabales, ni tampoco se revuelve nadie contra ti; a lo sumo se ríen de tus dudas. Quiero decir que la mayoría de los hombres no juzgan despreciable creer tal o cual cosa y vivir según esa creencia, sin haber adquirido conciencia previa de las razones últimas y ciertas que la abandonan como verdad, ni siquiera haberse tomado el trabajo de buscar tales razones. Los hombres más capaces y las mujeres más distinguidas forman parte de esa mayoría. Pero, ¿qué importan el buen corazón, la sagacidad y el genio cuando el hombre que posee estas virtudes se conforma con la tibieza de sentimientos respecto a la fe y al juicio, sin que la necesidad de la certeza sea para él el más profundo de los deseos y la más íntima de las necesidades, cuando aquello es lo que distingue a los hombres superiores de los inferiores? En algunos hombres piadosos he observado un odio a la razón que es de agradecer, porque al menos manifiesta la intranquilidad de su conciencia intelectual.
Pero verse en medio de este rerum concordia discors, de toda esta maravillosa incertidumbre, de esta multiplicidad de la vida, y no preguntar, no sentir el estremecimiento del deseo y el placer de la interrogación, no odiar siquiera al interrogador, sino tal vez divertirse con él, eso es lo que me parece despreciables; ese sentimiento de desprecio es lo que busco en cada hombre y cualquier locura basta para convencerme de que todo hombre posee tal sentimiento en cuanto hombre. En lo cual soy injusto a mi manera.

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