domingo, 13 de noviembre de 2011

tarareando

¡Que se joda la poesía si es a costa del poeta!- murmuraba una y otra vez mientras caminaba contra aquel viento furioso que parecía proceder de todas las direcciones, salvo de la que él seguía.
Ya casi había olvidado aquellas conversaciones y apenas hacía un par de meses que las había perdido. Eran conversaciones tristes, oscuras, sumidas en un cierto sentimiento de nostalgia, de decepción, de inconformismo. Eran conversaciones en las que se sentía comprendido.
Hasta hacía muy poco tiempo, él había pensado que era normal. Había pensado que todos compartían en cierto modo sus mismas preocupaciones, que sufrían sus mismas dudas, entonces conoció a aquellos que realmente las compartían y comprendió que eran los únicos.
Los únicos no, espero que seamos unos de los únicos- solía repetir una voz en su cabeza.
Aquella tarde había sido algo singular, maravilloso y extraño al mismo tiempo. El lugar elegido, la música, la escasa iluminación, los olores que se filtraban hasta su mesa desde más allá de la barra, las miradas confusas de todos cuantos pasaban a su lado, la actitud caótica de aquella muchacha que no conseguía hacer entender a la máquina de tabaco que su moneda valía tanto como al de cualquier otro e incluso aquel triste hombre que caminaba una y otra vez desde la entrada hasta el almacén del local, todo contribuía en cierto modo a recrear el ambiente de la conversación, a dar validez a sus argumentos, en fin a dar cuerda a aquellas mentes inquietas que no podían cejar en su empeño de continuar preguntando cosas que nunca sabrían contestar.
Ya llegando a casa, volvió a sonar el teléfono... hacía tanto tiempo que no sonaba que ya había olvidado lo molesto que resultaba. Cuando descolgó, comenzó a sonar una canción desde el otro lado del celular cientos de kilómetros más allá:
He vuelto a amanecer by Le Punk on Grooveshark

No hacía falta decir nada más. Un saludo y cuidate

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