sábado, 27 de abril de 2013

Carta al presidente

Muy señor mío;

En los últimos años hemos sido testigos de un interés sin igual de su gabinete por optimizar el coste de la sanidad y creo necesario darle mi opinión por si pudiese servir de ayuda.

Su principales medidas a la hora de ahorrar gastos tontos y superfluos en el campo de la sanidad han ido siempre enfocados a la reducción de los gastos directos en los tratamientos, como eliminar camas de los hospitales, dar menos comida a los enfermos, reducir el sueldo de los trabajadores sanitarios o primar a aquellos que ahorren dinero en esa cosa tan inútil que son los diagnósticos. No es que todo eso no esté bien, que lo está (todos sabemos que mucha gente se quedaba meses en cuidados intensivos sólo para disfrutar del caviar y la langosta) pero creo que hay un modo mucho mejor de reducir los costes de la sanidad sin tener que apuntar a esos detalles sin importancia.

La mejor solución para ahorrar en sanidad es invertir en educación y lo mejor, puede hacerlo usted invirtiendo en educación cómo usted prefiera.

Quizás la opción más lógica sería invertir en la investigación de tratamientos más baratos y eficientes, aunque se enfadarían con usted todas esas farmaceuticas que están haciendo el agosto a su costa y alguna iglesia que otra, pero hay muchas más opciones,no se me ponga usted nervioso, invertir en educación no tiene que ver con invertir en ciencia, se puede invertir en educación sin subvencionar a esos herejes que siguen afirmando, pese a las pruebas, que La Tierra no es el centro de la creación.

 Por ejemplo, otra forma de invertir en educación que solucionaría los problemas de sanidad es seguir la linea de la Sociedad Kaiser Guillermo para el Desarrollo de la Ciencia y retomar la eugenesia: con solo un ligero aumento en educación puede usted descubrir que la gente que enferma tiene genes inferiores y no son útiles para la sociedad y con algunos incrementos más en dicha partida puede usted convencer a toda una generación de escolares que seguramente convencerán a sus padres.

Si esto no le parece suficiente puede usted invetir en educación al estilo Testigos de Jehová y conseguir así declarar ilegales las transfusiones de sangre, los transplantes y la cirujía. ¡Piense en la cantidad de millones ahorrados en los hospitales con sólo cambiar algunos temarios de educación!

¿No le convence? Tenemos más, invierta en filosofías orientales, convenza a todos esos cobardes que se aferran a la vida de que el único camino válido es el camino al Nirvana, convenzalos de que hay que desprenderse del mundo material, de que la muerte es un simple transito, un camino a otra vida. Pero convenzalos de que el ciclo de reencarnaciones siempre es ascendente (como el valor de la vivienda), si no puede ocurrir que muchos digan que prefieren vivir muchos años en esta vida a descubrir la siguiente después de 60 años explotando a sus trabajadores, pegándole a su pareja o quemando inmigrantes.

Aún tenemos más. ¿Qué me dice usted de la ciencia ficción? Sabe, hay un libro maravilloso que ya ha leido mucha gente, se llama "Un mundo feliz" y allí ya tienen una solución para la muerte, tendría usted que maquillarlo un poco bastante, pues el libro es una crítica a ese mundo, pero ¿qué cuestan 5 o 6 escritores (que puede incluso ser becarios) comparados con un ala del hospital más pequeño?

En fin, esperando haberle sido de ayuda me despido, o mejor, despidame usted, que se que le gusta.

Un saludo.

Pd: ¡Ah! ¡Perdón! Se me olvidaba que todas estas medidas requieren de educación pública universal y gratuita para funcionar correctamente, quizás eso pueda ser un inconveniente.

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