lunes, 21 de abril de 2014

Intermitente Elmo

Allí estaba Elmo, esperándome distraído, en el vagón de aquel joven tren que amenazaba con partir sin mi.

-¿Dónde has estado? -Le pregunté.
-Difícil de explicar. Creo que simplemente “no he estado”.
No necesité hacer preguntas; era realmente difícil de explicar, pero yo ya sabía a qué se refería. Si algo caracteriza a Elmo, más allá de sus peculiares condiciones físicas, es su inconstancia. Cuando se habla de una persona inconstante, uno suele querer decir que no es una persona muy estricta en el ejercicio de sus obligaciones, pero con Elmo es diferente.
Hablar de inconstancia en referencia a Elmo es hablar de una existencia intermitente, inconstante hasta rozar la inexistencia.
Para cuando el calendario señaló aquel día, yo ya creía de todo corazón que Elmo había dejado de existir; tanto tiempo sin encontrarnos no había pasado en vano... y no pocas cosas pasaron en aquellos días, pese a todo, allí estaba él, sentado en aquel joven tren lleno de cicatrices.
-¿Todo bien?
-Todo bien.
-¿Y entonces?
-Entonces... entonces ocurrirá...
-Sabes, no sé qué dices, pero creo que hoy si te entiendo.
Entonces, mientras Elmo me miraba con esa sonrisa que la vida pone en la cara de aquellos que temen lo peor, el tren comenzó a avanzar... 

</ span>

No hay comentarios: