lunes, 20 de diciembre de 2010

Sentado frente al espejo estudio los sentimientos que mis propios ojos transmiten...


Y sabes, quizás sea eso, quizás todo se reduzca a esa simpleza que aflora en mi mirada, quizás sea lo único en lo que se fija la gente que afirma sobre mi que soy un tipejo interesante, la gente que afirma sobre mi que soy una buena persona...


Hoy colgué sobre las paredes de mi habitación la orla de sexto de primaria, se que no eres tú, pero se parece tanto a ti, que llevo toda la mañana mirándote en su rostro...
¿De veras no te llamas Sofía?




Vuelvo a la antigua costumbre de terminar las entradas con una cita, aunque solo sea por un día:

Me parece
que no hay mayor desolación que el encontrarse
de noche sin tener alguien que diga:
“De donde vienes
tan tarde y tan cansado”
-Rodolfo Serrano-

2 comentarios:

teologiadeS dijo...

La gente cambia y en esa orla que todos tenemos nos sorprendemos más cada vez que la miramos.

Respecto a tu cita a veces se piensa eso pero cuando se tiene ese de donde vienes se añora el no tener esa responsabilidad.

A mi parecer hay que saber disfrutar cada etapa.

Un saludo.

Ana Lógica dijo...

Me encanta esta entrada..
y me ensantaría estar tan lúcida de poder comentarla como es debido.
Seguro guarda algo de ella...