lunes, 26 de diciembre de 2011

Elmocalipsis

Elmo miró por la ventana.
Hacía largo rato que había pasado la hora del medio día y sin embargo, nada se movía allá abajo, ni un alma, ni una brizna de viento que moviese las hojas; ni siquiera las nubes parecían hacer el más leve intento de desfigurarse.
Dentro de casa el paisaje no era muy diferente: de no ser por los continuos partes de noticias del canal 24 horas y algún que otro movimiento reflejo del gato, que dormía placidamente desde la hora de la cena, a Elmo no le hubiese costado demasiado trabajo hacerse a la idea de que el juicio final había comenzado y el juez se había olvidado de él.
-Bueno, quizás se equivocaron en un año (pensó para si mismo) ¡pues no eran tan listos los mayas esos!.
Caminó hacia su habitación y buscó su vieja libreta azul, la abrió por la única página en blanco que quedaba y anotó:
                22 de Diciembre de 2011
"Los mayas no eran para tanto"
...después de tanto revuelo parece que el mundo se acabó por adelantado. Quizás debería estar triste, quizás debería pensar en todas las cosas que ya no haré y todas las personas que no volveré a ver, pero como comprenderá quien quiera que lea esto algún día (si es que quedan días por llegar) la satisfación de saber que la cuenta larga erraba ahora mismo es suficiente.

A todos los vaticinadores de apolipsis os digo ahora: ¡Encantado y hasta nunca!

Entonces escuchó un ruido en el salón y caminó hasta alli. 
Cuando llegó el gato se estaba asomando a la ventana. El ruido había sido el de los cojines del sofá que había tirado para llegar hasta el poyete. 
-¿Qué miras ahí fuera? -preguntó Elmo, y sin esperar respuesta se asomó curioso.
Entonces le pareció ver una sombra al final de la calle, cuando pestañeó la sombra ya no estaba allí.

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