viernes, 20 de julio de 2012

El funcionariado: del feudalismo al estado moderno

Quepa decir, antes de empezar, que aunque no es posible despegar este artículo del contexto en que nace (y si fuese posible, no debería hacerse en ningún caso) el objetivo al que se aspira, no es tanto tratar la realidad del momento actual, sino dar una explicación objetiva de origen histórico a la aparición y función del funcionariado, así como las consecuencias de su posible desaparición en un futuro hipotético.
Por supuesto, cabe decir que, como todos sabéis, no soy funcionario ni he aspirado nunca a serlo, pero el extraño batiburrillo de ideas anarco-existencialistas que hay en mi cerebro, no debe permitirme una evasión de la realidad objetiva de su existencia.

El estado feudal: Carlomagno, los "Missi Dominici" y los "Vassi Dominici"
El término "feudalismo" es algo de lo que se abusa en nuestros días, más aún si tenemos en cuenta que aún los propios historiadores no son capaces de dar una definición clara sobre el tema.  En cualquier caso, y para resumir el asunto, baste decir que el sistema de organización feudal esta basado en un modelo de gobierno en el que las competencias, legales y territoriales (señoríos) quedaban distribuidas entre diferentes entidades, normalmente nobles o altos eclesiásticos que ejercían el poder en ellas en nombre del rey (y de Dios) con el permiso de este, conviertiendose en Missi Dominici.
Como todos los sistemas, el feudalismo tuvo sus "más" y sus "menos" (perdonese este juicio de valor). El primer modelo aparecerá bajo el mandato de Carlomagno.
El "feudalismo imperial" resultará bastante efectivo por varios motivos. En primer lugar el señorío será concedido por Carlomagno a la persona concreta, no será hereditario, podrá ser revocado por el propio emperador cuando se incumplan las normas y será fuertemente supervisado desde Aquisgrán por los así llamados vassi dominici.
Dado que tanto missi dominici como vassi dominici procedían de familias poderosas, el feudalismo imperial permitió a Carlomagno realizar un gobierno real de todo su territorio ya que, aún encontrándose en las lejanas tierras de Sajonia, la autoridad de la que había revestido a los vassi dominici, unida la posibilidad real de que estos pasaran a ostentar el cargo de un missi dominici caído en desgracia, permitía un análisis "intensivo" de todo cuanto ocurría más allá de los terrenos de la Iglesia (que poseían inmunidad).
Como ya hemos dicho, el modelo tuvo sus más y sus menos, y sus menos vinieron provocados precisamente por lo que habían sido sus puntos fuertes. A la muerte de Carlomagno heredará el trono Ludovico el Pio, al que sucederán sus tres hijos, que repartirán el imperio en tres.
Si bien el final del imperio aparece causado por el reparto del mismo, fué durante el reinado de Ludovico cuando los missi dominici empiezan a sentirse con fuerza suficiente para reclamar la hereditariedad del título, que conseguirán, en el caso francés, bajo el reinado de Carlos el Calvo, hijo de Ludovico.
Carlos el Calvo, privado del carisma de su abuelo, y con una nobleza fortalecida durante el reinado de su padre, se enfrentó con un duro dilema. Por un lado, sería ridiculo pensar que su autoridad serviría para poner orden entre las filas de la nobleza, y su supervisión por medio de los vassi dominici, que preferían no enemistarse con otros nobles antes que apoyar a un rey decadente, forzó la aparición de un sistema en el que el rey, como tal, era poco más que un símbolo, que en el caso francés, se veía superado en poder militar, económico y político por los ducados de Aquitania y Normadia (que darían a luz a las 2 familias que forjarían la historia de occidente, los Capeto y los Plantagenet).
El resultado es el feudalismo tal y como lo recogen las películas modernas (vale, vale, hagamos la vista gorda). La carencia de una autoridad central sumió al continente en lo que fueron casi 6 siglos de luchas internas y hambrunas, que tan sólo la Iglesia, gracias a su autoridad para nombrar al emperador, pudo, en ciertos momentos, suavizar.
Así pues, y resumiendo burdamente el periodo que va del siglo IX al XIV (intentaremos pensar que el humanismo florencito del S XIV tiene ya las semillas del renacimiento) podríamos observar que, mientras existió una autoridad política y personal en el gobierno, y un cuerpo de vassi dominici entregados en su servicio al emperador, todo funcionó "correctamente" (El renacimiento carolingio es una verdad objetiva en su contexto). Una vez el trono perdió la lealtad de ese "proto-funcionariado" carolingio, permitió a los nobles destruir la autoridad reguladora.

El estado moderno: El nacimiento del funcionariado
Aunque la Edad Moderna nace oficialmente a raiz de los cambios "geográficos" del mundo, en el que el descubrimiento de América y la caida de Bizancio forzarán un cambio en la mentalidad europea, que mirará ya hacia el Atlántico como objetivo en lugar de hacia Jerusalem, el nacimiento del estado es un proceso paulatino cuyo final aparece con la aparición de los regímenes parlamentarios y totalitaristas, cuya máxima expresión son el ejemplo bicameral británico, y la corte del rey Sol.
Aunque ambos estados tienen tantas diferencias que resulta inútil intentar incluirlas todas en este artículo, aparece en ellas una auténtica similitud, la aparición de un poder centralista que, privado de la posibilidad de realizar la gestión de sus dominios a través de los terratenientes, se verá forzado a crear un cuerpo de trabajadores cuya lealtad quedase ligada, sola y únicamente al estado, representado por el parlamento en el caso inglés, y por la figura de Luis XIV en el caso francés.
Como respuesta a las administraciones feudales de siglos anteriores, se crean diferentes cuerpos de funcionarios, procedentes ahora de las clases humildes a fin de que estuviesen privados de vínculos con las noblezas locales, y con una buena formación en las artes liberales que les permitiesen realizar una correcta interpretación de las extensas jurisdicciones de la época así como llevar a cabo una contabilidad extensiva y fiable.
Así pues, aunque la idea de este cuerpo se encuentra ya en germen en la figura carolingia del vassi dominici, los nuevos regímenes, volviendo a buscar la oposición entre los "controladores" y "los controlados" usará a las clases no privilegiadas como instrumento de control lo que permitirá aumentar la recaudación al tiempo que extenderá la vigilancia del estado a lugares demasiado remotos para un gobernante feudal.

El funcionariado en nuestros días:
Aunque el significado del funcionariado se ha perdido con el paso de los años, y más aún a medida que, durante las últimas décadas del SXX, el estado ha ido perdiendo "realidad" a medida que surgían las teorías económicas de libre mercado de un lado, y las teorías, tanto filosóficas como sociológicas, sobre el individuo, no podemos olvidar que, dado que el trabajo del funcionario es, asimilándolo a los tiempos que corren, el mismo que era, y su misión no ha cambiado para nada, su significado, aunque tan sólo sea a nivel de conceptos, sigue siendo el mismo.
Mediante el funcionariado, un estado deja su administración sobre la responsabilidad de un individuo cuyo sustento depende sola y únicamente de la supervivencia del estado. Mediante las administraciones tributarias, el estado garantiza su sustento económico, mediante la educación el estado crea generaciones afines a sus principios, mediante los cuerpos de seguridad el estado garantiza su supervivencia frente a ataques interiores y exteriores, la administración de las infraestructuras, así como mediante la sanidad el estado garantiza su fuerza de trabajo, etc.
Así pues, en teoría, y aclarando que de ahora en adelante, todo cuando hay no es más que opinión propia, el funcionario aparece como, por así decirlo, juez de la población, cuya principal misión debe ser la de congeniar su objetivo laboral, beneficiar al estado, con su condición jurídica. En cierto modo, y siempre hablando desde un punto de vista, casi onírico (por irreal que es), el funcionario es, en si mismo, el garante de la coexistencia del ciudadano y el estado como entidades, quizás no simbióticas, pero tampoco enemigas.
Claro, eso si, tal y como lo estoy pintando, casi podría parecer que el funcionario es poco menos que un superheroe de andar por casa, defensor de los débiles y de la continuidad de la nación, pero para eso, todos y cada uno de los funcionarios deberían de ser conscientes de su historia, de porqué están ahí, de que sucesos históricos llevaron a su aparición, etc, por lo que, en la práctica, y teniendo en cuenta que nueve de cada diez funcionarios buscan en su plaza poco más que un modo de ganarse la vida, es decir, un lugar donde desempeñar unas tareas con cierta garantia de futuro, posición no poco noble, pero nada heroica, quizás cabría hacer una reflexión: ¿No sería quizás algo más útil incluir historia en todos los temarios de oposición y quitar tantísima legislación?


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