sábado, 8 de septiembre de 2012

La luz natural y las culturas

Por suerte o por desgracia, yo nací en España, tierra famosa por mucho más que unos malos dirigentes.
Entre esas cosas hay mucho de que hablar, se puede hablar de gastronomía (que no de deconstruciones), se puede hablar de poetas e ingenieros, se puede hablar de artistas e incluso de algún deportista, pero sin duda alguna, de lo que más cabe hablar, salvo en aquellas regiones forales del norte, es del Sol.
Ese sol ibérico del que tendemos a escondernos durante el duro verano es el primer cambio en la vida de todo español que viaja la norte, parecemos lagartos. Se nos puede rastrear, llevo aquí apenas 2 días y ya se como identificar a un latino (ibérico o americano) con tan solo verlo bajo el sol, en otras palabras, tenemos necesidades fotosintéticas.
Pero no todo el mundo es así, por extraño que parezca, y ahí esta la gracia (dicen).
Mientras yo paso gran parte de mi mañana recolocando el mobiliario para poder captar mejor los pequeños fotones desde mi escritorio, apenas 2 metros más allá, donde comienza el territorio asiático, se pueden ver persianas bajadas y cortinas corridas mientras plácidamente viven bajo el amparo de la luz artificial a todas horas del día.
No se como será la vida cuando llegué el invierno, cuando los días se acorten y el Sol se finja debilidad acá en el hemisferio norte, quizás entonces los entienda y haga como ellos, pero ese día no ha llegado aún.

En fin, cabe también alegrarse de tener uno de esos contratos de alquiler "mit Nebenkosten" y no tener que estar asustado por esa "Stromrechnung", que al parecer aquí no es objeto del debate sobre "el déficit tarifario".

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