De Lucerna me extrañó otra cosa. Vivir en Lucerna es como vivir en un bosque, al tiempo en que vives en una ciudad de segunda clase, mucho más cosmopolita de lo que cabría esperar.
El centro de la ciudad es un asunto aparte, tan sólo queda interrumpido por el parque Ufschöti, una especie de parque-playa que sirve como punto de recreo.
Una vez sales de allí y comienzas a avanzar hacia los barrios residenciales descubres cosas como que hay un bosque al final de tu calle Gigeliwald, que el Gütschwald no queda a más de 500 metros de los edificios más emblemáticos o que ovejas pasean bajo tu ventana.
Para dar aún mayor sensación de naturaleza, todo edificio "oficial" cuenta con un buen cesped y una cantidad de árboles considerable, en mi caso, vivo junto a la residencia de ancianos... más quisieran los ancianos españoles.
Las últimas estribaciones de Gigeliwald
Rambo, Chiquita y Laurence, lás cabras de los ancianos
Amanecer en mi ventana (cómo fotógrafo no valgo un duro)
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