viernes, 7 de diciembre de 2012

Más allá del Danubio

Apenas puedes respirar y tu voz se quiebra a cada paso bajo la estraña luz de esas estrellas sintéticas que te empeñas en mostrarme mientras el frio de la noche cae sobre nosotros y nos aplasta.

Tomemos algo caliente -dices- algo que espante el frio, conozco un buen lugar aquí cerca-comentas- y el tren tardará aún en llegar.

Caminas sin prisa hasta la barra y ordenas dos vasos sin preguntar, los traes. Preguntas sin esperar respuesta, escuchas con la mirada y apenas hablas. Tus ojos también están mudos.

Se acabó el vino, llegó el tren, marchaste, marché, marchamos, y cuando llegué a casa escribí lo que escribo, sin prisas, sin pausas, sin saber si llegate también, sin volver a verte mañana, sin olvidar las estrellas ni el frio, y esperando volver a ver  una copa en tus labios.


No hay comentarios: