Tomemos algo caliente -dices- algo que espante el frio, conozco un buen lugar aquí cerca-comentas- y el tren tardará aún en llegar.
Caminas sin prisa hasta la barra y ordenas dos vasos sin preguntar, los traes. Preguntas sin esperar respuesta, escuchas con la mirada y apenas hablas. Tus ojos también están mudos.
Se acabó el vino, llegó el tren, marchaste, marché, marchamos, y cuando llegué a casa escribí lo que escribo, sin prisas, sin pausas, sin saber si llegate también, sin volver a verte mañana, sin olvidar las estrellas ni el frio, y esperando volver a ver una copa en tus labios.
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