martes, 21 de mayo de 2013

El Arca de la Alianza

Publicado en T-ves-tv
iglesia de axum
Iglesia de Santa María de Sión,
Aksum
El Arca de la Alianza, objeto que sirve como recipiente a las tablas de la ley, escritas por el mismismo Moisés a voluntad de Jehová se encuentran en Etiopía, en la Iglesia de Santa María de Sión, en la ciudad de Aksun.

Según los devotos coptos, han estado allí desde que Menelik I, hijo de Salomón, las depositó allí.

Las guardan dentro de una capilla a la que sólo tiene acceso un único párroco, único testigo de su grandiosidad, y única persona que puede afirmar o negar su existencia, pues nadie más podrá entrar en la capilla hasta que él muerta, y sea nombrado un nuevo clérigo que se encargue de custodiarlas.

¿Qué respondería este clérigo al ser preguntado por la existencia y autenticidad del arca?

La respuesta es obvia, respondería que si, que el arca está allí. No es mi papel dudar de la existencia de dichas tablas ni de su ubicación, sino volver a preguntar sobre ellas.

¿Qué respondería ese mismo clérigo si dichas tablas no estuvieran allí?

Volvería a responder "sí". La situación es clara, el sustento de ese clérigo depende sóla y únicamente de que los coptos piensen que dichas tablas se encuentran alli, por lo que independientemente de la realidad, en pos de su propia supervivencia, estaría obligado a afirmar que las tablas están allí. En fin, ¿quién iba a descubrir la mentira si sólo él puede verlas y quién podrá verlas cuando el muera se encontrará frente al mismo dilema?

¿Qué hace este hombre hablando del Arca de la Alianza? Buena pregunta.

El problema no son las tablas de la ley, el problema es que hay muchas otras cosas cuya existencia se fundamenta en un principio similar, y no todos son tan espirituales como éste, muchos tienes otras repercusiones. La contabilidad de los partidos políticos, las listas de evasores fiscales, los presupuestos autonómicos, la transparencia...

Se puede elucubrar tanto como se quiera, se pueden buscar pruebas externas, rastros e incluso eventualmente, se pueden encontrar huecos en los muros de estos templos a través de los que descubrir cuánto hay de verdad en lo que se nos cuenta desde los escaños del parlamento, pero lo que pasa en los despachos, tiene tanta santidad como lo que ocurre dentro de Santa María de Sión, sólo el responsable conoce la verdad.

El problema, y la solución, es que vivimos en un mundo que se ha cansado de creer en cosas, un mundo que quiere ver para creer, un mundo que necesita meter los dedos en las yagas y en el que no meterlas no es signo de fidelidad, sino de estupidez, de ignorancia, de "candidez", en el sentido Voltarielano de la palabra: ingenuidad.


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