Nunca podré saber si aquello era una mera gamberrada infantil o un desesperado intento por deterner el paso del tiempo, lo que si es seguro es que aquel reloj y aquellos calendarios no volverían a ser los mismos tras haber sido hechos pedacitos por sus dientes de leche.
2 comentarios:
Los dientes de leche aún no tienen conciencia de que el tiempo pase así de rápido. Dichosos ellos.
Monada :)
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