miércoles, 19 de septiembre de 2012

El lugar de Elmo

Aquel día encontré al pequeño hombrecillo sentado solitario, en aquel mismo banco en que tantas veces lo había encontrado.
Aquello me hizo pensar en cuantos meses había pasado sin recorrer aquella calle, aquel parque, sin pasar frente a aquel banco, en fin, sin recorrer aquella ciudad donde todo parece mayor de lo que es, donde cualquier problema parece un mundo, en fin, ese lugar donde él siempre se sienta a esperar a que las nubes decidan llover o marchar.
Allí, sentado como siempre, mirando a ese lugar perdido entre sus ojos y aquellos muros pedregosos de la vieja iglesia, el pequeño hombrecillo cantaba en voz baja aquella vieja canción "quisiera ser pescador" decía.
Cuando llegué hasta él me miró por un momento y siguió cantando como si yo no estuviera allí.

-¿Qué pasa pequeño? ¿Porqué no saludas?
-No lo considero necesario, tú sabes que estoy aquí, y yo correspondo dicha sensación, no veo porque decirte hola ni adiós, no me importa si vienes o si vas, sólo me importa que yo estoy aquí, aquí y ahora, todo lo demás es prescindible.

Entonces comprendí, como quién mira a los ojos de una mujer enfadada, que había hecho algo horrible, algo que yo no comprendía pero que ya no podía arreglar.

-Lo hecho, hecho esta -dije en voz alta- seguiré caminando y volveré quizás a pasar frente a este mismo banco uno de estos días, quizás entonces podamos hablar.
-Hasta entonces-contestó.

Y entonces yo seguí caminando hacia ese sol más muerto que mortecino, que se puede observar en la mágica hora del atardecer, cuando los colores cambian y las olas se tiñen de rojo.

1 comentario:

Ana dijo...

hoy un niño me ha llamado, me ha llevado hasta un cubo de basura y me ha dicho: "aquí vive el amigo de Elmo"...y me ha dado por reirme!