domingo, 30 de septiembre de 2012

Que decir

Nunca me gustaron las miradas dóciles,
me enamoraron los andares seguros,
busqué unos pies que me hiciesen seguirlos
y una mente que me precediera dos pasos.

Y al mismo tiempo tiemblo,
tiemblo de pensar en tus ojos certeros,
tu mirada calculadora, tus preguntas estudiadas,
 y ante tus pasos premeditados, simplemente tiemblo.

Qué dulce libertad saber que no entenderás estas lineas,
que gran placer hablar sin ser escuchado,
caminar sin ser observado,
pensar sin miedo a que leas mi mente.

Y pienso en todas las caras generosas,
en las miradas amables y los pasos tambaleantes,
en las risas inseguras y las miradas tímidas, y dudo,
¿Acaso no estaré errando mis pasos?

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