jueves, 15 de noviembre de 2012

Como decía ella: Nietzche, ¡Qué impactante!

Llegó a mis manos más por error que por casualidad, ¿puede uno elegir que libros en castellano que encuentra en Suiza? La verdad es que no mucho, por eso tiene que ceñirse al guión, tomar lo que hay, pero eso si, discriminando.

Uno de esos errores fue una obra de Thomas Mann, autor mundialmente conocido al que yo casi por completo desconocía: Schopenhauer, Nietzche y Freud, reza la portada de esta compilación de ensayos sobre algunos de los mejores filósofos de los últimos siglos.

De Thomas Mann no puedo decir mucho, en este libro no esta él, sino su juicio, y de él si quiero decir algo: es un juicio moderado en todos los conceptos.Conocida es mi pasión por los extremos, que el juzgaría propia de un joven burgués que nunca sufrió una guerra (1), y aunque no estoy capacitado para quitarle la razón, mantengo mi alegato: es un hombre de juicios neutros, un genio neutro, un genio gris... un genio alemán al fin y al cabo; alemán como no supieron serlo ni Nietzche ni Schopenhauer, extremos por excelencia.

Pese a todo, la neutralidad, si bien no resulta bella, no tiene por ello que resultar ofensiva a la verdad y ese es otro punto a su favor. Su neutralidad es lo que le permite analizar a Nietzche sin tomar partido (2), cosa que pocos han sabido hacer hasta la fecha, y desde su "no-partido", quiere Mann hacer lo que siempre he querido hacer, ver en Nietzche al hombre, no al genio, leer al autor y no la obra.

Sobre Nietzche dice Mann que es el más humanista de los humanistas(3 y 4), que es un asceta moderno(5), un hombre que rechazó todo lo que predicaba y especialmente, un enemigo del utilitarismo(6) , un enemigo del eurocentrismo que dominó su época(5) y un existencialista en tanto en cuanto que toda su obra, no busca más que esa revolución moral que predicaron Kierkegaard y Bergson (7) y recuerda las palabras del propio Nietzche:  No es necesario en modo alguno, no es siquiera deseable tomar partido a mi favor al escribir sobre mi.

Sobre su obra, dice Mann: Lo que Nietzche ofrece es no sólo arte; también leer a Nietzche es un arte. Y aquí no es admisible ninguna torpeza, ninguna simpleza. En la lectura de Nietzche resultan necesarias todas las clases de astucia, de ironía, de reserva. Quien tome a Nietzche "en sentido propio", quien tome a Nietzche a la letra, quien le crea, está perdido.

Pero para Mann Nietzche es ante todo, lo que Nietzche creía ser, es la encarnación de la tragedia griega que tantos dolores de cabeza le dió.
Cuando Nietzche proclama Yo creo que he adivinado algo del alma del hombre supermo, quizá sucumba todo aquel que adivine ese hombre Nietzche se vuelve tragedia, Nietzche se reconcilia con el pasado, bebe entonces Nietzche de ese mismo vaso de cicuta que mató al despreciador del instinto, el glorificador de la conciencia [...] el enemigo de Dionisio y asesino de la tragedia. O como afirma Mann en otro momento, Nietzche es Un alma que sólo tenía vocación de saber, pero que no había nacido propiamente para el saber, y que como Hamlet, quedó hecho pedazos por este motivo.

Referencias:
(1) Nietzche no ha tenido una vivencia de estas cosas [...] no ha tenido vivencia alguna de ninguna otra guerra, y por ellos puede entregarse complacido, por puro odio [...] a glorificaciones de la guerra que hoy nos parecen como palabrería propia de un muchacho enardecido.

(2) Y quien ame la verdad en su totalidad, y esté dispuesto a honrarla de manera incondicional, no renegará, por mojigatería espiritual , de ningún punto de vista desde el que pueda verse la verdad.

(3) Su grito no es ¡Hosanna! sino ¡Evoé!. Y ese grito tiene un sonido extraordinariamente roto y torturado. Ese grito pretende negar que exista algo suprabiológico, que no se agota en el interés por la vida

(4)Nietzche ha de admitir que se le llame humanistas, lo mismo que ha de tolerar que se entienda su crítica a la moral como una última forma de ilustración.

(5) Nietzche ha combatido con todo su genio los ideales ascéticos. Pero él mismo era un héroe de aquella ascética intramundana que es la forma de la revolución moral"

(6) Tenderos, cristianos, vacas, mujeres, ingleses y demás demócratas decía Nietzche. Pues él ve el origen de las "ideas modernas" en Inglaterra. Y lo que él odia y maldice de ellas es su utilitarismo y su eudemonismo, el hecho de que eleven la paz y la felicidad en la tierra a la categoría de ideales supremos.

(7) En el fondo los europeos se imaginan que ellos representan ahora en la tierra al hombre superior. Pero los hombres asiáticos son cien veces más grandiosos que los europeos

(8) Nietzche forma parte, si bien en una versión extremadamente alemana, de un movimiento occidental general que cuenta entre sus nombres a Kierkegaard, a Bergson y a otros muchos y que es una rebelión histórico-espiritual contra la fe clásica de la razón de los siglos XVIII y XIX

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