A cada paso que daba hacia aquel banco envidiaba un poco más a aquel pequeño muñeco carente de sistema nervioso mientras sentía como mis manos se iban convirtiendo poco a poco en bloques de hielo.
-¿Te has enterado de la última?
-Si, se te ha escapado del todo.
-¿Se me ha escapado? ¿Sólo a mi? ¡No veo que este aquí contigo!
-Si, claro, en eso tienes razón, pero te aviso de que yo sólo soy un delirio paranoide tuyo... y la gente no suele enamorarse de delirios paranoides.
-Menuda excusa... bueno, sólo venía para contartelo, pero si ya lo sabes, me marcho; ¡hasta otra!
-¡No! ¡Espera!
-¿Qué quieres?
-Hombre, ya que estás aquí... ¿No podrías limpiar un poco el banco para que me pueda sentar?
-¿Pero no decías que eras sólo un delirio paranoide?
-Un delirio paranoide, si, pero tengo mi honra y no quiero mojarme el culo.
Volví sobre mis pasos y despejé el banco antes de volver a casa... me gusta cuidar de mi locura.
Pd: 4 de Diciembre, Santa Bárbara bendita...
¡Recuerdos! ¡Recuerdos! ¡Ese balcón! ¡Esa señora mayor que sabía cocinar! ¡Ese gitano que nos subía comida! ¡Y tantas cosas más!
Pd: 4 de Diciembre, Santa Bárbara bendita...
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