lunes, 3 de diciembre de 2012

Cómo dijo la pequeña Alicia: Al norte del norte.

Aquel día Elmo no estaba en su banco, pero el banco no estaba vacío, estaba completamente lleno de nieve. Junto al banco, arrojando maldiciones entre murmullos sobre aquel fenómeno meteorológico que le había robado su asiento, estaba el hombrecillo de felpa roja.
A cada paso que daba hacia aquel banco envidiaba un poco más a aquel pequeño muñeco carente de sistema nervioso mientras sentía como mis manos se iban convirtiendo poco a poco en bloques de hielo.

-¿Te has enterado de la última?
-Si, se te ha escapado del todo.
-¿Se me ha escapado? ¿Sólo a mi? ¡No veo que este aquí contigo!
-Si, claro, en eso tienes razón, pero te aviso de que yo sólo soy un delirio paranoide tuyo... y la gente no suele enamorarse de delirios paranoides.
-Menuda excusa... bueno, sólo venía para contartelo, pero si ya lo sabes, me marcho; ¡hasta otra!
-¡No! ¡Espera! 
-¿Qué quieres?
-Hombre, ya que estás aquí... ¿No podrías limpiar un poco el banco para que me pueda sentar?
-¿Pero no decías que eras sólo un delirio paranoide?
-Un delirio paranoide, si, pero tengo mi honra y no quiero mojarme el culo.

Volví sobre mis pasos y despejé el banco antes de volver a casa... me gusta cuidar de mi locura.

Pd: 4 de Diciembre, Santa Bárbara bendita...
¡Recuerdos! ¡Recuerdos! ¡Ese balcón! ¡Esa señora mayor que sabía cocinar! ¡Ese gitano que nos subía comida! ¡Y tantas cosas más!

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