lunes, 11 de febrero de 2013

Filosofía de una pulsera

Hay algo sobre la vida en la confección, que presente en cada momento de nuestras vidas, resulta allí más palpable. Aparece también en otros muchos sitios con claridad, en la cocina, en el estudio, en los viajes, en el amor, pero la confección lo hace, quizás por la claridad de los errores en ella, más claro.
Cuando algo se empieza a tejer, nunca se sabe que se obtendrá. Tienes una idea, y sabes como llevarla a cabo, pero cada punto es único e irrepetible, cada nudo puede hacerse una sola vez, da igual cuantos nudos hayas hecho, cuantos más hagas, más comprenderás que ninguno es previsible ni igual a los demás.
Esto tiene muchas consecuencias. La primera de ella es obvia, como en los caminos de Tolkien, hecho el primer nudo, nunca sabes donde acabaras. La segunda, es más poética, cada nudo es una gota de libre albedrío, cada gota de libre albedrío una posibilidad de error y cada error condiciona de formas impredecibles todos los puntos siguientes, si fijas un objetivo cerrado, un solo nudo puede echarlo a perder por completo.
Pero la confección también enseña paciencia, destreza, previsión e imaginación hasta puntos tales, que comenzarás a tejer sin pensar, y escuchando a cada nudo ya hecho, conseguirás planear el siguiente, punto a punto, linea a linea, vuelta a vuelta.

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