jueves, 4 de abril de 2013

Atrapado en el tiempo

La claustrofobia siempre estuvo entre mis enfermedades del día a día, claustrofobia en todos los aspectos, miedo a quedar encerrado en un grupo social o en una habitación e incluso miedo a salir y no poder volver a entrar casi tanto como a entrar... en fin, me agobia el perder ese falso libre albedrío del fumador que "cuando quiera lo deja" aunque no sea tal la verdad, deja la puerta abierta y estaré dentro tanto como quieras, cierra la puerta y tendré que salir.

Hoy miro la actualidad política y me cuesta mucho ahuyentar ese miedo a estar encerrado, encerrado en el tiempo y en el espacio.

Por un lado me atrapa este pequeño punto azul del que no se puede salir "sin dejar tu cuerpo atrás", este "auténtico" astro rey en el que globalización y homogeneización significan casi lo mismo, una homogeneización que cierra la puerta al ser diferente es una habitación de la que no se puede salir.
Y una claustrofobia temporal de vivir en uno de esos tiempos que Gasset denominaba "de inercia" en los que parece que nada nuevo nacerá, uno de esos tiempos en que el ser humano parece atrapado entre  desear vivir un presente estático, "inerte" o un presente que ya fracasó.

Y esta segunda claustrofobia me constriñe más que la primera, que no podré salir de este pseudo-elipsoide de revolución es algo que asumí hace ya demasiado tiempo para que siga siendo un problema, pero el caso de la coetaneidad es bastante más alarmante.

Vivimos en una sociedad gobernada por un ansia de pasado sorprendente si se tiene en cuenta la cantidad de información sobre el pasado de la que disponemos, y aún en aquellos corazones en que no reina el ansia de pasado, suele reinar el ansia de un eterno presente que a ningún sitio lleva y que resulta quizás aún más utópico que la más utópica Jerusalem celeste.

Hablo claro esta de facistas, socialistas y neoliberales. deseando volver a los siglos XIX y XX en los primeros casos y queriendo vivir en un eterno siglo XX que son las últimas décadas del segundo mileno  los últimos, esgrimiendo todos ellos argumentos que ya fracasaron tiempo ha y cuyos creadores murieron mucho antes.

Nuesta sociedad muestra un claro rechazo a la creación de contenidos, parece haber renunciado a la creación de nuevos valores, ha decidido plegarse a las verdades del pasado por siempre jamás, e incluso renuncia la posibilidad de volver a discutir y reformar dichas verdades, paso bien distante del crear unas nuevas.

La humanidad quiere respuestas cortas y concisas, poco o nada está abierto a debate, o admite ser debatido, no son tiempos para elucubrar, no es la hora de matar ídolos, es el momento en que menos resultados ofrecen pero más se los idolatra, es ahora cuando nacen nuevos ídolos que son cadáveres históricos resucitados del pasado y caminan por las calles devorando cerebros a su manera.

No iremos adelante siguiendo los pasos de nadie, "a hombros de los gigantes" no ere sólo un grito de humildad, también remarcaba la necesidad de "ascender un poco" por  poco que fuese, hay que crear nuevas soluciones o probar aquellas que nunca se han intentado. "Nada bueno nacerá de la humanidad hasta que todos los etnocentrismos (especialmente el occidental) yazcan enterrados en algún páramo desierto bajo una lápida sin nombre", el mundo esta lleno de versiones que nunca se han publicado, ¿por qué volver a las que ya fracasaron una y mil veces?

¿Y tú que propones?
Yo no he venido a dar respuestas, he venido a hacer preguntas incómodas a una sociedad que teme vivir en el caos que para ella significan los conceptos difusos, como tantos hicieron antes. Un mundo lleno de dudas está mucho más cerca de mejorar que uno lleno de certezas que son falsas verdades. Una duda es una semilla de verdad, un dogma es una verdad muerta.


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