jueves, 11 de abril de 2013

La marca España

La auténtica marca España no está en las cargas policiales que revientan ojos "sin disparar" o abren cabezas "sin golpear a nadie", ni en los institutos sin calefacción, tampoco está escondida en ese monarca que lo mismo mata un elefante que se parte la cadera en una misma semana, ni por supuesto en la selección nacional de Qatar.

Tampoco está la marca España en la PAH ni en el no poco chistoso twitter de la dirección nacional de policía, tristemente tampoco esta la marca España en los movimientos estudiantiles ni en los médicos insumisos.

No, la auténtica marca España esta en todos y cada uno de los españoles, es algo que sólo se ve cuando se mira en perspectiva o mejor aún, en comparación con otras marcas, por cierto, la marca suiza no es la puntualidad, es el consenso silencioso.

La marca España aflora ante la presencia de cualquier tema, la auténtica marca es esa avalancha de "dimes y diretes" en la que se disuelve cualquier iniciativa humana independientemente de la validez de su fondo y su forma, nunca nadie está contento con nada.

La marca España es, por oposición a nuestra incapacidad para programar tareas a largo tiempo (o visto en positivo nuesta gran habilidad para la improvisación) nuestra completa renuncia a la modificación de nuestro programa ideológico frente a viento y marea, somos de ideas más fijas que los propios alemanes, ellos parecen más fijos que nosotros porque son más de pensar "en bloque" (como los votantes de la Iglesia ni Cristo) pero el español es un país en si mismo, no hay una España, ni diecisiete, hay cerca de cuarenta y ocho millones de españas, y cada una tiene su propio programa y no esta dispuesto a aplaudir ninguna acción que no encaje perfectamente en su programa en fondo y forma. Humildemente me incluyo.

La última cuestión son las decisiones de los gobiernos extremeños y andaluz (cada uno de un partido mayoritario distinto) de no dejar que la gente muera en la calle como si fuesen perros. ¡Pues a nadie le gusta oye! Unos porque prefieren verlos morir como a perros (si no puedes pagar una casa no mereces ser llamado persona) y a otros porque "¿dónde estaban esas medidas hace unos años?"

Nadie piensa: ¡bien! ¡Van tarde de huevos pero van a hacer algo bueno! Seguramente ni siquiera ellos mismos lo piensen pues están ya contando votos, pero eso no quita ¿no?

No, esa no es la cuestión, aquí no sólo cuentan la forma y el fondo, también hay que tener en cuenta la fuente. Si alguien una vez pegó a un perro, cualquier cosa que haga será automáticamente mala, y se podrá disolver en ese cúmulo de dimes y diretes que nacerán a raiz de esos "pues ese antes de esto..." cómo es el ejemplo de el último Papa, no, el nazi no, el jesuita.

De hecho tengo que admitir que no me ha sorprendido nada encontrar algunas quejas contra el ya incinerado Sampedro por "haberse quedado en España durante el franquismo" al parecer aquí la gente tiene que nacer con una idea y morirse con esa misma idea para ser tenido en cuenta, si eres capaz de recapacitar, eres un chaquetero, sin más. Aquí lo importante es un apostar por un equipo del que te hace socio tu padre al nacer y morirse jurando que si no gana la liga es por discrminación aplicado a todos los campos de la vida humana. Recapacitar no es de sabios, es de traidores.

Y esa presión social que no permite que se cambien las ideas es quizás la marca España, una presión que nace del interior de cada uno y que se reproduce en todos los demás.

Y me despido con el gran Antonio Molina, al que espero que nadie juzgue por su vida sino por su obra.

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