lunes, 1 de julio de 2013

Su teléfono es más importante

Viajan en el tren, son proletarios, gente humilde como y que no puede pagar el disparatado precio del aparcamiento en Cádiz pero pueden comprarse un teléfono de última generación; una pequeña parte del mundo que los iguala por segundos a los chicos del mercedes que circula por la carretera que se ve desde nuestra ventanilla.

Su hijo es más sabio o más ingenuo y mira por la ventana. El mundo exterior es más interesante que el de dentro del vagón, y mucho más interesante que una pantalla de plástico, mucho más.Lo es para él, no para ella.

Su hijo pregunta, afirma y niega sin parar: "¡Hemos pasado por Cádiz!" "¿Olas?" "Las masmisnas, las masmiras, las marinmas", y sonríe cuando cree aceptar, pero nadie confirma ni niega, él aprende sólo; su madre tiene un teléfono.

Algún día Hugo crecerá, el también tendrá un teléfono, y quizás un niños (Pablo quizás) y puede ser que Hugo y Pablito viajen también en tren, y si nadie lo remedia, su hijo tampoco sabrá decir "marismas".
Me pregunto qué hay en esa pantalla, qué es tan importante. ¿Qué aplicación le interesa más que su hijo? ¿Qué puede hacer?

Y entonces se desata la paranoia de lo absurdo, ¿no sería maravilloso que estuviese jugando a cualquiera de esos juegos de preguntas en lugar de escuchar las preguntas de su hijo?

Nadie dudará de la importancia de conocer la capital de Uzbekistán o el año de publicación de la primera edición del Quijote, y mucho menos comparado con preguntas tan simples como "¿ahora es de noche porque no hay luz?"

Quizás Pablito tampoco sepa que para llegar a Cádiz el tren ha de pasar por San Fernando primero.

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